10.12.09

El divertimento es enemigo de la cultura.

Es definitivo.

No soy una persona amargada, y de hecho me cuesta bastante mantenerme serio. Sin embargo las generaciones presentes (y sus padres) me superan enormemente.

Esta tarde descubrí dos cosas, la primera, que el gusto de mi hija por el ballet clásico es una mera fachada para hacerse la cuica (perdonen la expresión pero no le alcanza para "cursi"), y la segunda que mi propia bebé prefiere algo divertido antes que algo cultural.

Síntomas:

  • Con todo lo que quiere a los animales ella jamás pasa por el Animal Planet. Prefiere mil veces el MTV!.

  • Me tomó más de tres años inculcarle el interés en leer Harry Potter, en contra de su tenaz decisión de esperar siempre la película.

  • Odiaba las películas subtituladas... hasta que descubrió que en MTV! los reality show son todos subtitulados (lo único positivo por ahora: lee más rápido).

  • Tiene el complejo de "La Tortuga Concha" o comportamiento de mosca (aparece sólo con la comida).


Y hoy fue el acabose. Estaban exhibiendo una verdadera joya del cine en el canal TCM. Se lo avisé un par de días antes y una vez más cuando comenzó la película. Pero no logré que dejara de jugar en el mugroso facebook con su madre (mi querida esposa) haciendo grupos sin ninguna utilidad pública, sólo divertirse.

Pero bueno, la película es de 1948, algo lenta para las normas de hoy, ok, podría pasar, así que no insistí pero cuando empezó la secuencia de ballet que dura catorce minutos (en una interpretación espectacular de la actriz y bailarina Moira Shearer), le avisé y le dije que mirara. No hubo caso, sus uñas y el facebook eran más importantes que aquello que ella misma declaraba como su "pasión": La danza clásica. Y fue así como "Las Zapatillas Rojas" pasó sin pena ni gloria por la pantalla de nuestra TV.

Entonces me hace mucho sentido lo que dice Pilar Sordo en su libro "Viva la diferencia y el complemento". Los padres modernos tenemos muy malcriados a nuestros hijos con que todo debe ser instantáneo, y un enemigo doloroso para ellos es "el aburrimiento". Sin ir más lejos mi esposa prefirió llevarse a nuestra hija con una bronquitis de primera calidad y el pelo mojado, una mañana de invierno a su trabajo (en donde se pasa mucho frío) antes que dejarla en casa ya que al parecer era peor que se aburriera a que se enfermara más. Cómo disfruté esa noche enviándola a ver a la pequeña cada vez que tosía como un perrito.

No soy partidario de andar con la correa en la mano exigiendo a nuestros hijos que sean máquina no-pensantes que hagan todo lo que nosotros queramos. Yo no planifico el futuro de mi hija, planifico cómo ayudarla a planificar SU PROPIO FUTURO. Pero hay cosas mínimas que no podemos evitar darles y exigirles. No se puede poner al aburrimiento como si fuera lo peor del mundo. El aburrimiento es un sentido interno el cual es educable como cualquier otro sentido (la vista, el olfato, el oído, el tacto, el hambre, el sueño, el vértigo, etc). Incluso creo que el problema no es de ese sentido en particular, más bien de la actitud que le hemos inculcado a nuestros hijos: "Estoy aburrido, haz algo para que no lo esté" en vez de "Estoy aburrido, voy a hacer algo para no aburrirme".

Todos los padres resentidos de las carencias que tuvieron en su juventud responden de la misma manera ante sus hijos, se lo dan todo, sin esfuerzo y han llegado al convencimiento de que los resultados son más importantes que los esfuerzos (no me extrañaría que un papá esté tranquilo porque a su hijo le regalan los sietes en el colegio sin preocuparse de lo que en realidad ha aprendido su hijo). A mí me pasó que mi hija llegaba con notas muy altas en matemáticas pero si yo le pedía que hiciera uno de los ejercicios que estaban en la prueba no era capaz de hacerlo, la presioné hasta que me dijo la verdad. La profesora le ayudaba durante la prueba diciéndole lo que estaba mal, si a la tercera ayuda seguía mal, la misma profesora le ponía el resultado correcto.

Pésimo. Hablé con el profesor jefe y le dejé bien claro: "Prefiero que mi hija se saque un cuatro bien sacado y no que le regalen un siete". De hecho las consecuencias se vieron al año siguiente cuando le cambiaron la profesora: Enfrentó el séptimo año con conocimientos de quinto, ya que durante el sexto no aprendió lo que debía.

Desde entonces me tuve que poner más duro que nunca, ahora todo lo que hace mal tiene una consecuencia (ojo, que no ocupo el concepto de castigo), y las tiene que asumir. El aburrimiento ya no es una excusa para no estudiar. Tampoco lo es para dejar de aprender cosas nuevas.

Hoy la televisión bombardea a nuestros hijos con programas que sólo se preocupan de divertir, no de enseñar ni de guiar. Se han convertido en una nueva droga, blanda quizás, pero muy adictiva y que tiene efectos colaterales muy lamentables: La droga del DIVERTIMENTO.

Los niños en general no pueden mirar el mundo en una forma seria, no quieren estudiar ya que al estudiar pierden el sentimiento de diversión que les deja la televisión. Cuando esta sensación se les acaba dicen "estoy aburrido", yo creo que el aburrimiento es un síntoma del síndrome de abstinencia, cuando les falta esta droga del divertimento en la que entran los video juegos, la telvisión, el chat y muchas cosas que están a su alcance gratuitamente y sin medida.

Hay que poner reglas y lineamientos. Al hacerlo no estamos siendo malos, estamos siendo cuidadosos. Quizás nuestro pecado más grande sea ser estricto, pero no malo (como me dicen muchos de mis amigos cuyos hijos tienen déficit atencional adquirido, gracias a que ellos son "buenos padres".

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