19.10.13

La migración como control económico.

Precisamente hoy y precisamente ahora, acabo de terminar de ver un reportaje en el que se habla del racismo en Chile.

Para mí no es novedad, desde pequeño sufrí de discriminación por ser de tez morena (incluso, un poquito dentro de mi familia) siendo que nací y crecí en Arica, en donde la mayoría de la población tiene mestizaje Aymara, pero que los pocos "blancos" que había, hacían festín con los menos degenerados genéticamente (a ver si les gusta ahora).

Pero lo que me llamó la atención del reportaje es que aseguraron que una de las sensaciones que tiene el pueblo chileno es que los inmigrantes se quedan con plazas de trabajo que podrían ser para nuestros paisanos, pero también se aseveró que esta creencia es falsa ya que habría pleno empleo y la mano de obra no especializada estaría siendo llenada por estas personas..

Entonces en un análisis muy rápido quité a los inmigrantes de la ecuación y me quedó una taza de desempleo absurdamente favorable. ¿La consecuencia? Si fuera cierto que existe el pleno empleo, si fuera cierto que hay más plazas de trabajo que trabajadores, y si no hubieran inmigrantes ¿creen que alguien en Chile ganaría el salario mínimo?

Nadie.

Entonces ¿por qué los últimos gobiernos han fomentado la inmigración? Precisamente para controlar este factor de la economía ya que si los sueldos suben por falta de mano de obra esto provocaría inflación pero también muchísimo mayor poder adquisitivo y créanme que para la política tradicional chilena no hay nada peor que un pueblo satisfecho.

¿No me creen? Es algo lógico. Cuando alguien vive en el descontento con muy muy muy poquito se le hace pensar que está siendo bendecido, con apenas unas migajas, se le hace creer que es feliz. Esta es una técnica del Marqués de Sade.

29.8.13

La reticencia al cambio y el espacio propio.

Puedo aprender cosas nuevas. Puedo aprender nuevos lenguajes, nuevas metodologías, con mucho esfuerzo algo de negocios y en general mi mente está abierta para nuevos conocimientos y nuevas tendencias.

Supongo, que como todo o casi todo el mundo hay algunas cosas que no quiero cambiar y que no quiero aprender.

No quiero aprender a expresarme utilizando convulsivamente tantos garabatos y palabrotas, prefiero decir un garabato y no que se me anden cayendo.

No quiero aprender a estar solo. La individualidad no me es cómoda, creo en el concepto de familia, tal vez en forma exagerada, pero si me puedo permitir un vicio, prefiero que sea ese.

No quiero aprender a ser un pillo. Aún creo en las reglas, creo que sirven, creo que la procesión más valiosa es la verdad, que la riqueza más infinita es la sinceridad, que la conducta más provechosa es la autocrítica.

No quiero aprender a dejar a mis hijos ni a los hijos de nadie a la deriva de sus instintos sin haberlos educado (y que no es lo mismo que instruirlos, eso se hace en el colegio).

No quiero aprender a hacer lo que todos hacen porque todos lo hacen. Quiero aprender a hacer lo que todos hacen y que en verdad me sirve y me acerca a los que quiero.

No quiero aprender a decir lo que pienso, prefiero aprender a pensar lo que digo.

Si voy a ser porfiado, prefiero porfiar en esto y no en ser más hedonista. o autocomplaciente.

Tal vez una de las cosas que no quiero aprender pero que deberé aprender es a disfrutar el espacio propio. Nunca lo he necesitado, nunca me ha hecho falta, pero esto parece molestarle a todos ya que todos me repiten como un comercial de televisión "disfruta tu espacio propio", lo cual no es más que un síntoma de como todos exigen su espacio propio (a través de el mío... mmm... que raro).

25.8.13

El derecho a la invisibilidad

A veces no existimos.

A veces somos una figura que ocupa un espacio que nadie necesita ni extraña.

A veces somos lo que le sobra a aquellos que necesitamos.

A veces aquellos a los que necesitamos no nos necesitan tanto como nosotros a ellos.

A veces aquellos a los que necesitamos no nos escuchan.

Así es como se manifiesta el derecho a la invisibilidad. Cuando aquellos a los que necesitamos hacen uso de su derecho a que seamos invisibles.

4.3.13

La autoridad moral no existe.

Despues de un par de años sin postear, vuelvo para compartir una experiencia y una conclusion a partir de dos eventos que ocurrieron con gente que me rodea y a la cual les deseo siempre lo mejor, y de lo mejor que puedo darles nacio la siguiente reflexion.

La primera historia es cortita y no fue necesario decir lo mas evidente. Me sorprende la inteligencia y el respeto con el que me escucho la pequeña Carolina.

Carolina llego una mañana a buscar a mi hija, me saludo porque es muy educada, y al darle un beso en la mejilla sentí un fuerte olor a cigarro. Ella tiene quince años.

Le pregunté que si había estado fumando y me dijo que sí. "Yo no lo oculto, tío".

La primera mala noticia que le dí a esta pequeña es que eso que acababa de hacer se llamaba descaro.

Lo segundo fue una arremetida directa en contra de los fumadores.

"¿Sabes por qué yo fumo?" Me respondió algo que de verdad no me esperaba, pero me fue más útil.

"Porque usted es grande y sabe lo que hace"

"No hija, yo fumo porque no sé lo que hago. ¿Sabes lo que son los cigarros? Son una droga, no distinta del alcohol, o facebook. Yo fumo y después de veinte años de fumar te puedo decir que soy un drogadicto. He intentado dejarlo y mi dependencia es tal que no he logrado hacerme de la
voluntad de dejarlo".

Pregunta: ¿Tengo la autoridad moral para decirle que no fume?

La segunda historia pudo haber tenido consecuencias nefastas. Íbamos en el auto de mi amiga Silvia paseando por la playa mientras que su hijo manejaba. Él, acostumbrado a acelerar el auto al estilo capitalino, casi atropella a unas personas que cruzaron con luz roja y tuvo la mala actitud de tocar la bocina con los dientes apretados. Silvia le dijo que tuviera más cuidado, que en provincias había más respeto por los peatones, a lo que él respondió con un rosario bien nutrido de insultos a los transeúntes. Luego Silvia guardó silencio y mi esposa y yo le dijimos que tenía que insistirle, pero Silvia nos dijo "es que no tengo la autoridad moral para decírselo porque yo manejo igual".

Pregunta: ¿es esto válido?

Yo digo que no. La autoridad moral sólo existe como la excusa para no escuchar un buen consejo. Es nuestro argumento para cerrar nuestra mente ante un llamado de atención que no queremos oír.

Y la demostración fue lo peor de todo. Unos mese después de esa conversación, otro de sus hijos tuvo un accidente por conducir en forma imprudente. No hubo desgracias que lamentar pero ese accidente se podría haber evitado primero siendo un buen ejemplo, y segundo, desestimando el concepto de autoridad moral... y de todas maneras volverse un buen ejemplo.

Los hechos y la moral tienen su propio valor de verdad y debemos analizarlo, no importando de quién venga un buen consejo.