11.4.11

Sobre "ser" y "parecer"

Podría ser la broma más macabra del destino.

En mi libro (el cual pueden leer gratis en línea) una de las frases que nos hacen más tontos, según yo, es "La mujer del Cesar no sólo debe ser fiel si no también parecerlo". La razón por la que defiendo tanto el opuesto (ser, no sólo parecer) es porque en mi vida me encontré con gente que defendía la apariencia por sobre la esencia.

A los pocos meses de publicado mi libro en internet me encontré con un caso de la vida real que ameritaba el dicho tal y como está:

La historia se trata de Lissette, una mujer casada que siempre fue fiel a su marido Martín. Pero Lissette al cumplir los cuarenta sintió una cosquilla diferente en su interior y pensó que era hora de vivir como no pudo en su juventud. ¿Lo malo? Lo malo fue que dejó de respetar a sus esposo que es un hombre muy bueno y complaciente. Lissette empezó a salir sin aviso y a olvidar compromisos que tenía con Martín, y encontró a un, según las palabras de ella, muy buen amigo. Este amigo empezó a tomarse atribuciones algo atrevidas como llamar para conversar a las cuatro de la madrugada. Ella por su parte empezó a poner a su amigo por sobre todas las cosas llegando al punto de salir corriendo cuando él la llamaba.

Esto empezó a molestar a Martín y sus celos se hicieron evidentes. Empezaron las discusiones en la cual ella le revelaría verdades hirientes con frases como "No pienso dejar a C* por ti". Con esa última frase las conclusiones de Martín fueron definitivas: Entre Lissette y C* había algo más que sólo una amistad.

Cuando estaba todo a punto de irse al caño y el matrimonio iba a terminarse, Lissette pareció recapacitar. Martín no sabe si en realidad ella se dio cuenta de lo mal que estaba actuando o todo se tranquilizó cuando él le insinuó que podría eventualmente hablar con la esposa de C* para contarle que mientras cuidaba a un recién nacido su esposo y Lissette andaban de fiesta.

Todas las dudas de Martín me parecen razonables dado el comportamiento de Lissette.

Hoy Martín intenta volver a confiar en ella. Si bien Lissette parece intentar que las cosas salgan bien la confianza de Martín ahora es frágil. Ha sufrido mucho algo que no merece.

Pero supongamos ahora que es verdad (¡qué más puedo hacer, soy amigo de los dos!). Supongamos con la mejor de nuestras voluntades que Lissette sólo estaba algo descarriada y que nunca tuvo un lío amoroso con C*; que sólo eran amigos y que sólo se extralimitaron en sus libertades y ... en mayor o menor medida pasaron a llevar la integridad del matrimonio pero sin una mala intención (¡uf! que excusa más infantil). De ser así lo que a Lissette le faltó fue cuidar su imagen, es decir, "Si es una buena esposa, demostrar que es una buena esposa".

Existe hoy un malentendido que no sé si viene de las lesbianas (que odian a los hombres), de las separadas (que en algún porcentaje es la misma cosa) y de las jóvenes que están criadas por mujeres frustradas en su matrimonio que han hecho pensar a la sociedad completa que este desprecio por el respeto en el matrimonio es una declaración de libertad.

Lo entendería en aquellos tiempos en que los hombres eran los únicos que decidían en sus hogares, en aquel tiempo en que emborracharse con los amigos era la regla, que los hombres no daban explicaciones y tenían más de una mujer con quién acostarse.

Hoy las cosas han cambiado mucho. Las mujeres sufragan, estudian, trabajan, conciben sin amar, aman sin concebir y son independientes totalmente de los hombres. Por otro lado, los hombres han dejado en un gran porcentaje de ser esos machos irreflexivos y mandones, cooperan con los quehaceres de la casa, comparten un presupuesto y hacen planes en conjunto con sus parejas.

Quizás lo que vemos a menudo en la juventud adulta de hoy es el reflejo de lo que nos dejó una generación frustrada y de ser así estamos tomando el peor ejemplo de nuestro padres y de las generaciones anteriores.

En algún momento de nuestra historia se perdió la consecuencia con nuestros actos. No me queda claro si es hipocresía, descaro o una falta de educación al respecto, como sea, creo que debemos recuperar el que nuestro actuar diga nuestro sentir y pensar.

A Martín le deseo toda la fuerza que necesite para reencontrase con Lissette. A Lissette lo mejor que le puedo desear es que ya de una vez por todas madure.