Bien poco me gusta el fútbol. De hecho mi apreciación sobre ese deporte es bastante mala. Por lo general he visto que ese deporte violentiza a la gente, los pone mal genio ya sea que su equipo gane o pierda. Distrae a sus adeptos de los integrantes de su familia y desune a gente que, sin la presencia de sus correspondientes equipos, no tendrían otra forma de estar peleados. Esto más bien parece un defecto de los hinchas pero esta inestabilidad emocional se ve alimentada por lo que sucede también en la cancha.
Las reglas del fútbol son claras (aunque todavía no entiendo por qué el delantero corre desesperadamente hacia el arquero que tiene la pelota en sus manos si aún no ejecuta dos rebotes). En general se deben evitar las jugadas que provoquen un riesgo a la integridad física de los jugadores, y la decisión de el (los) árbitro(s) es inapelable, al menos a nivel grosero y estas parecen ser en términos generales las reglas de caballería dentro de este juego. Sin embargo las pocas veces que he visto algún partido veo como hay muchas faltas intencionales, insultos entre jugadores, malos tratos y lo que me parece más bajo de todo, una postura amenazante frente al árbitro cada vez que no se está de acuerdo con su decisión: Se apegan a él y le gritan como si pudieran con eso cambiar su apreciación de la jugada; lo amenazan e insultan y lo peor de todo es que esta conducta se ve justificada con la falsa sensación de que "hay que parar a los árbitros para que se dejen de molestar y que no le carguen la mano al equipo" (me lo dijo un futbolista). Todas estas conductas impropias provocan, más a la corta que a la larga, una alienación en el fanático que por defender a su equipo, justifica malos actos, malos sentimientos y prácticas pasionales dentro de un deporte que tiene sus reglas bien definidas.
Hoy, por apoyar a una de las personas que trabaja conmigo, puse en el computador de la oficina el partido de Chile contra Rusia en el campeonato "Esperanzas de Toulon" y mientras trabajábamos vimos el partido. Me sorprendió gratamente ver un partido de fútbol completamente limpio, sin malas intensiones entre los equipos, con algunas tarjetas amarillas, sí, pero eran por imprudencia y no por un intento desesperado por detener una jugada, aún a costa de la salud del contrincante, ni siquiera de parte de Rusia que iba perdiendo sin haber anotado tanto alguno.
Mis felicitaciones a ambos equipos y decirles que dan clase en lo que a conducta deportiva respecta. Así, yo podría volver a ver fútbol con agrado.
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