29.8.13

La reticencia al cambio y el espacio propio.

Puedo aprender cosas nuevas. Puedo aprender nuevos lenguajes, nuevas metodologías, con mucho esfuerzo algo de negocios y en general mi mente está abierta para nuevos conocimientos y nuevas tendencias.

Supongo, que como todo o casi todo el mundo hay algunas cosas que no quiero cambiar y que no quiero aprender.

No quiero aprender a expresarme utilizando convulsivamente tantos garabatos y palabrotas, prefiero decir un garabato y no que se me anden cayendo.

No quiero aprender a estar solo. La individualidad no me es cómoda, creo en el concepto de familia, tal vez en forma exagerada, pero si me puedo permitir un vicio, prefiero que sea ese.

No quiero aprender a ser un pillo. Aún creo en las reglas, creo que sirven, creo que la procesión más valiosa es la verdad, que la riqueza más infinita es la sinceridad, que la conducta más provechosa es la autocrítica.

No quiero aprender a dejar a mis hijos ni a los hijos de nadie a la deriva de sus instintos sin haberlos educado (y que no es lo mismo que instruirlos, eso se hace en el colegio).

No quiero aprender a hacer lo que todos hacen porque todos lo hacen. Quiero aprender a hacer lo que todos hacen y que en verdad me sirve y me acerca a los que quiero.

No quiero aprender a decir lo que pienso, prefiero aprender a pensar lo que digo.

Si voy a ser porfiado, prefiero porfiar en esto y no en ser más hedonista. o autocomplaciente.

Tal vez una de las cosas que no quiero aprender pero que deberé aprender es a disfrutar el espacio propio. Nunca lo he necesitado, nunca me ha hecho falta, pero esto parece molestarle a todos ya que todos me repiten como un comercial de televisión "disfruta tu espacio propio", lo cual no es más que un síntoma de como todos exigen su espacio propio (a través de el mío... mmm... que raro).

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